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miércoles, 29 de mayo de 2013

Como los esquimales.

Ir a la cama sin ti
eso como vivir en un iglú sin ropaje
ni fuego,
como estar a mano desnuda
arañando tu ausencia en los bloques
de hielo,
es morir de calor y frío
cuando vuelven tus recuerdos.

Ir a la cama sin ti
es como dejar morir la hoguera
que me da el calor que necesito,
y echarle leña
para hacer más grandes las cenizas
que me dan
las ocho letras de tu nombre
grabadas con tu fuego en mi cuerpo.

Ir a la cama sin ti
es como ser un esquimal solitario
desprovisto
de un techo donde refugiarse,
buscando una nariz que frotar:
la tuya.
Es no tener más piel que la suya
cuadno el frío duele y aprieta.

Eso lo sabes, chiquita,
y sé que estoy perdiendo el tiempo
si digo
que en ese iglú soy más feliz
que entre todos tus fríos besos,
que eres sed
y hambre que recorre mi cuerpo,
mi Donna Angelicata en destierro.

Que te sabes todo eso
pero escondes más de lo que muestras,
te sabes
el cambio que tienen los colores,
la fugacidad de las miradas,
el sabor
de las cenizas que alimento
por abrigarme en otras pieles,

que te sabes única
sin saber cuánto vales desnuda,
dormida
en la odisea que sólo tú puedes crear
cuando te tumbas en la cama,
hambrienta
de todo aquel que esté a tu lado
y se atreva a contar tus lunares.

Ir a la cama sin ti
es el desquicio de la madrugada,
lo es todo
formando parte de la nada,
el rechinar del hielo compacto
de mi almohada,
las curvas de mi bandera patria,
el punto final de mi historia,
las horas
que moría cuando te esperaba,
los distintos nombres que doy en verso
a tu cara.

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