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miércoles, 26 de junio de 2013

Cuatro dudas.

Me quedan en el interior
cuatro dudas.

Saber quién soy a estas alturas,
domar los sentimientos
y corromper las dudas
de cuánto y qué
o quererte a oscuras.

Si coger mis manos de poeta herido
y lanzarme al vacío,
llenar la soledad
con la ausencia del vino
o matar los versos
de tu olvido.

Y siguen quedando un par de dudas.

De si mis pies marcan el camino
o retroceden
si por momentos me pierdo
y vuelo solo cuando estás aquí
pero no estoy contigo.

Si vendrás a recoger la sal
que dejaste en mis labios,
si vendrás al tiempo
o te irás para no volver,
volver al tiempo
y con tiempo
el olvido.

Me quedan en el interior
cuatro dudas,
no es que sean muchas,
solo cuatro
que marcan mi destino.

sábado, 22 de junio de 2013

La vida en un cigarro



Volví la vista al cigarro, a cómo se consumía con cada calada y el paso del tiempo, ajena su existencia al paso del tiempo. Por estúpido que pareciese, deseaba ser como un cigarro pero no en cualquier boca, no en una boca despreciable como la mía, quería ser uno de esos cigarros marcados por el rojo de los labios de alguna mujer preciosa, los de mi exnovia por ejemplo. Deseaba ser inmute al dolor del paso del tiempo, quería tener una corta vida inerte, sin sufrir, sin pensar… sobre todo sin pensar ya que el sufrimiento, por mucho que lo neguemos, forma parte de nuestras absurdas vidas, no hay un remedio para el sufrimiento.

martes, 18 de junio de 2013

Ven a sonreir

Ven que burlemos a la noche
mientras fundimos nuestros cuerpos
en el mismo colchón sin demora.
Dame tan solo un intento
y con una cerveza enamoraré
tu sonrisa escueta.

Ven a gozar a mi rincón secreto
de noches entrelazadas en nuestras manos,
bajando por tu ombligo
mientras olvidamos al mundo
que nos dio la espalda que ahora miro.

Te miro, me besas y rio sin más,
bajando tus caderas muero en tu zagüán,
el mismo donde te desnudaba
sin llegar a quitarte la ropa.
Insinuando tus curvas redentoras
que cuando miras
mueres por mí.

A la luz de varias cervezas
confundo tu dorado con la menestra
de soñar
que algún día serás mía,
pero aún no lo sabes
y yo en la espera
sonrío sin más.

viernes, 14 de junio de 2013

Entre renglones torcidos.

Mi vida se escribe en renglones torcidos que no pueden enderezarse por sí mismos. A veces, a veces los llamo e intento convencerlos de que ellos solos pueden conseguirlo, otras veces son ellos por su cuenta quienes lo intentan. A veces, como de costumbre, como casi siempre no lo consiguen porque se encuentran perdidos entre las nubes de sus piernas o intentando rizar aún más el rizo de su pelo.

Mi vida se escribe en los renglones torcidos que dan a mi infancia. En el recuerdo de ese absurdo juego que era la rayuela, pintada con tiza en una calle cualquiera. Mi vida eran esos saltos, la pata coja y el cruce de piernas para llegar a la meta a la par que tiraba la pequeña piedra. Pero ya solo quedan unos pocos recuerdos que sé, por suerte o desgracia, que no podré volver a revivir.

Es esta ausencia de sentidos, el renacer de las palabras moribundas. Es creer en un dios que no existe más allá de tus caderas o mis narices, según me venga en gana. Es la soledad, mi puta soledad, la única que escribe el transcurso de mi vida, y lo hace, con renglones torcidos.

sábado, 1 de junio de 2013

Nos vamos.

Por mucho que pasen las lunas
sigo sin tener más sentencia
que un borroso mapa detallado
de tu cuerpo,
grabado a fuego suave y lento,
perdido como un ciego sin bastón
lacayo de tus caderas,
desamparado.

Que mato por sentirme asesino
y aunque no tengo ganas de matar
muerdo siempre que sea preciso
tu olvido,
tus giros endemoniados,
los pasos que mueves y llevas
y el salitre que creas cuando no estás
a mi lado.

Que soy príncipe y ogro,
escultor y temerario rondo
a media noche por tu barrio
solo,
cobarde y esquivo, despiadado,
pasional y triste, amoroso y apagado,
creador del cielo en el infierno
si pasas por mi lado.

Potro salvaje de tus desdenes,
invitado impropio a tus caderas
cabalgo a solas por los descampados
buscando
mayor cobijo que una luna
fría y mustia entre mis manos,
destructora del tiempo que tenemos
domiciliado.

Por eso corro, por eso callo,
que ya no te guardo la montura
por miedo a que no sepas usarla
o que no estés dispuesta,
pero si te sientes valiente
y quieres hacer un despropósito,
no tengas miedo y sube,
que nos vamos.