De nombre: poesía

Deja que fluya por la sangre de tus venas
e impregne con mil sentimientos
recuerdos de alegrías, penas
y desamores,
que hiervan los ojos,
que miren los dedos entrecortados
y nunca la pierdas de vista.

No permitas que aflore el desconsuelo
si pasa el tiempo sin provecho,
que no se llenen los bolsillos de otoños
por esperar primaveras
que se marchitan
en el solitario de que el pseudo pase
con los inviernos.

Si te ves reflejado en los ojos que miras,
si el sentimiento se convierte en media mentira
de un pasado marchito
y disipa de forma esquiva el presente
de tu pasado en futuro,
puedes darte por seguro
que en tu corazón hay poesía.

Siempre que en tu corazón haya herida
y tu sístole baile de alegría
sobre la tumba de tu diástole,
descompasados
en un cante jondo con bulerías
de rosas  marchitas
que desprenden belleza y aroma.

Siempre que haya un alma flexiva,
amantes que ya no follan
por miedo al fracaso
(entiendo por fracaso su alegría)
de su futuro escueto
algo más que maltrecho y desguazado
por una impía mentira.

Cuando los polvos de una noche
sean utopías hechas bodas,
dejará de existir la poesía.
Mientras tanto,
sintiéndolo con toda el alma
(si es que aún tengo algún resquicio)
seguirá habiendo en mí poesía.