Si dejase que mis pies me guiasen
me llevarían a la puerta de los bares
o a alguna calle en penumbras,
y mis dedos
en complot con una pistola
me habrían traicionado.
No hacen falta burlas para hacer daño,
más me duele lo que escribo
que si me pegasen cien tiros
a quemarropa
o pasaran a mi lado de largo.
Ni ellos pasan de mí ni yo de
puedo domarlos.
Mis sentimientos chillan desconsolados
y por más que lo intento
a golpe de alcohol, tinta y tabaco
no puedo callarlos.
Les cuento cuentos, regalo ilusiones,
pero ellos siguen en sus trece
y me dicen
que prefieren tus piernas
a la mierda de mis canciones.
Aunque no les hago mucho caso
les doy riendo suelta por
en la noche
para que no se mueran.
Soy más listo que ellos
y les hice una proposición indecente:
seré feliz con la luz del día
y por las noches los arroparé
para que duerman sin darse cuenta,
si no lo hago así,
si les doy rienda suelta,
se amotinan en mi sufrimiento
y muero.
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