Volví la vista
al cigarro, a cómo se consumía con cada calada y el paso del tiempo, ajena su
existencia al paso del tiempo. Por estúpido que pareciese, deseaba ser como un
cigarro pero no en cualquier boca, no en una boca despreciable como la mía,
quería ser uno de esos cigarros marcados por el rojo de los labios de alguna
mujer preciosa, los de mi exnovia por ejemplo. Deseaba ser inmute al dolor del
paso del tiempo, quería tener una corta vida inerte, sin sufrir, sin pensar…
sobre todo sin pensar ya que el sufrimiento, por mucho que lo neguemos, forma
parte de nuestras absurdas vidas, no hay un remedio para el sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario